Soñar con en el paraíso en Navidad

Dependiente de Australia pero a escasos kilómetros de Indonesia, existe un maravilloso lugar en el por su escasa población humana -apenas 1.500 habitantes-, está considerado uno de los países más extraños del planeta. Es Christmas Island, el hogar del valiente cangrejo rojo, y un destino extraordinario para embriagarse con la exuberancia de la naturaleza más salvaje, olvidando la intensa vida de la civilización occidental.
Deshabitada hasta finales del siglo XIX, sus habitantes se reparten en un puñado de asentamientos llamados Silver City la capital, y Kampong, Poon Saan y Drumsite, y la mayor parte de su territorio es Parque Nacional, de inmensa importancia científica, ya que posee especies únicas tanto de fauna como de flora que se han desarrollado de forma independiente y sin apenas interferencia. Es la naturaleza en estado puro.
De hecho, uno de sus atractivos turísticos más conocidos es la migración en masa del cangrejo rojo. Cada noviembre, después del inicio de la temporada de lluvias, y sincronizados con el ciclo lunar, alrededor de 100 millones de cangrejos viajan desde el interior de la isla para desovar en el mar, una extraordinario acontecimiento descrito como una de las maravillas del mundo natural. El hecho es de tal importancia para los habitantes de Christmas Island, que la migración está fechada en su calendario, e incluso cierran carreteras y colaboran con su viaje, transportando con cubos y palas a estos afanados animales, para transportarlos hacia zonas más seguras.

Por descontado, Christmas Island posee algunas de las mejores playas del mundo, como las de Lily, Dolly o Greta, que compiten en fama con las densas selvas tropicales que componen su interior. Sus bosques son dominados por 25 especies de árbol y más de 130 especies de plantas, algunas de las cuales sólo se encuentran en la Isla Navidad. Helechos, orquídeas y enredaderas crecen en las ramas en la atmósfera húmeda, asombrando por su magnitud y extraordinaria belleza, y proponiendo inolvidables rutas a pie que consiguen conectar con nuestro lado más natural y salvaje.

Christmas Island es, por tanto, el rincón del planeta más parecido al paraíso en el que soñamos descansar. Allí el tiempo parece haberse detenido, invitándonos a un profundo y sincero reencuentro con nuestros orígenes. Con nosotros mismos.